«Te quiero. Mamá» decía la nota que encontré al despertar sobre mi almohada.
Me extrañó no verla junto a mi cama. Nunca me había dejado solo desde que mi corazón había comenzado a fallar. Pruebas, tratamientos e ingresos hospitalarios y ella siempre esperando con su sonrisa y el bálsamo de sus manos.
Tarda demasiado. Seguro que habrá ido a buscar algo para sorprenderme. Desea tanto verme feliz. Confía en que alguien tenga la generosidad de darme una oportunidad para vivir —pensé.
Entonces, sonó el teléfono. Me dijeron: ¡Has tenido muchísima suerte! ¡Acaban de donar uno perfecto para ti!
Relato finalista en el VII Certamen del Microrrelatos "ATENEO DE MAIRENA"