jueves, 8 de octubre de 2020

IMPLACABLE

 

Tras condenarlos a muerte por alta traición en un juicio sumarísimo, ordenó sin pestañear su ejecución inmediata. De nada sirvieron los servicios prestados, ni su entrega incondicional ni su lealtad demostrada durante años. Desoyendo sus súplicas, uno a uno, fueron arrojados al vacío sin piedad.

Cuando todo terminó, se asomó desde arriba para comprobar que ninguno de ellos hubiera escapado a su destino. En ese instante supo que había infligido un castigo excesivo a sus soldados. Se le inundaron los ojos de remordimientos ante aquella imagen dantesca. Había cometido un terrible error. Se sintió abatido. La culpa se deslizó por sus mejillas mientras contemplaba sus restos aplastados sobre el asfalto.

Comprendió que no eran traidores. Tan solo aprovecharon un momento de descanso para tomar un café en compañía de su hermana y sus muñecas.


Relato seleccionado en el I Concurso de Microcuentos 'Café Maurice' de Microcuento.es




 










2 comentarios:

  1. Qué bueno. Si no habían desertado :-))

    Un abrazo y felicidades.

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    Respuestas
    1. Jajaja, seguro que sí.
      Muchísimas gracias, Albada!
      Besos apretados.

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