sábado, 24 de febrero de 2018

INVISIBLE



Hacía mucho tiempo que había perdido el miedo. La soledad le hacía compañía junto con el silencio. Se sentía muy cómodo en su casa. Apenas salía, pero cuando lo hacía siempre volvía cargado. Atesoraba recuerdos y múltiples objetos. Nunca se sabe cuándo te pueden hacer falta —pensaba Miguel. 

Dentro de su hogar se movía entre montañas de letras, que se ahogaban bajo el peso de un papel amarillento, esperando que alguien las salvara de su encierro. Bolsas de todos los colores lo ocupaban todo. El ambiente resultaba irrespirable. 

Desde que legiones de insectos invadieron su casa, se acostumbraron a convivir juntos. Aunque se movían rápidos y silenciosos, a veces, no tenían escapatoria y crujían bajo sus pies. 

Cuando dejaron de verlo, a nadie le resultó extraño, ni siquiera a sus vecinos de toda la vida. Se habían acostumbrado a sus rarezas y a su presencia callada. Pero esta vez, su ausencia no dio la voz de alarma, sino que lo hizo el olor nauseabundo que salía por debajo de la puerta. 

Tardaron en encontrar su cuerpo, que había quedado atrapado al fondo de aquel laberinto, bajo toneladas de basura.



TERCER PUESTO en el DoReMicrosViajero sobre #BASURA 
(T3 - Me suenan tus letras - Febrero 2018)


  

2 comentarios:

  1. Un hombre que se había vuelto invisible desde hacía tiempo. En todo caso, triste final el de la soledad absoluta.
    Buen relato, Pilar
    Felicidades también por aquí

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    1. La soledad mata. Cuando no hay un motivo por el que vivir todo pierde importancia.
      Lo peor es que nadie te eche de menos, como si fueras invisible.
      Por desgracia, hay demasiados invisibles entre nosotros.
      Muchísimas gracias, Ángel, por tu comentario.
      Besos apretados, amigo.

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