domingo, 7 de enero de 2018

LA CITA


Meses atrás, en el silencio de la noche, nuestras soledades se encontraron en la red. El anonimato y la oscuridad me infundieron valor, lograron que olvidase mi habitual timidez y propiciaron que me atreviese a responder a tu saludo. No tenía nada que perder. Me pareció que podría ser divertido. 

Aquella conversación, que empezó como un juego, se fue convirtiendo en una necesidad. Tras largas horas compartidas, me despojé del escudo que me protegía y las palabras triviales iniciales derivaron en confidencias. Abrí mi corazón de par en par. Te hice partícipe de mis inseguridades, de mis miedos y de mis sueños. Tú hiciste lo mismo. Nos enamoramos, poco a poco, sin vernos. 

Era el momento de encontrarnos, de dar rienda suelta a aquellos sentimientos que habían ido creciendo. Acordamos un día, un lugar y una hora para vernos por primera vez. 

Llegué a la cafetería con el corazón desbocado por la emoción. Te busqué entre los presentes sin lograr reconocerte. Todos permanecían sentados de espaldas. Su mirada perdida se reflejaba en el cristal situado tras la barra.

Me sentía tan decepcionada que no supe descubrir cómo temblabas al verme entrar ni tus ojos enamorados bajo aquel maquillaje de payaso.


(Relato escrito para la web estanochetecuento.com ENTC en Enero 2018)


Fotografía: Thomas Hoepker

4 comentarios:

  1. ¡Ay no me esperaba el final! y debí sospechar algo inesperado porque tú, Pilar, eres de finales sorprendentes.

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    1. Tara, me alegro que te guste. Muchas gracias por pasar y dejarme tu comentario.
      ¡Feliz 2018!
      Besos apretados, amiga.

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  2. Precioso relato, Pilar! El final algo triste pero me encantó. Un abrazo.

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    1. Anara, a veces el miedo al fracaso nos impide arriesgarnos a amar.
      Muchas gracias por pasar y comentar.
      Besos apretados.

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