Ovillo
la noche, estiro la luz
e
inspiro
una
bocanada de tímido sol,
de
ese sol de primavera que madruga
con
sabor a ocio de domingo,
con
aroma a molinillos de viento,
de
esa brisa que libera el alma
con
su invisible susurro,
con
su paseo por mi mejilla
y
exhalo
un
suspiro cargado de vacío,
de
ese vacío de ti que permanece
sin
rastro de ternura en la piel,
sin
el eco de tu abrazo en la espalda,
de
esa nada que te abandona
sin
palabras en el pecho,
sin
aliento para latir.
En
mis muñecas, el dolor por tu huida.
En
mis pupilas, lo que queda de ti.
Se
arrojan los restos
de
mis besos a tu boca sin fondo,
como
suicidas que huyen
de
este lamento,
como
pájaros que se alejan
de
este despertar
cuando
inspiro valor
y exhalo cobardía.
Poema Ganador del segundo Premio de Poesía en la modalidad de castellano
en el II Certamen Literario del Movimiento Artístico de Mislata (MAM)