A pesar de los años, al escuchar la melodía que guarda la caja de música, regreso al carrusel de París donde nos conocimos. El atardecer ardía sobre tus gafas de sol, ocultando tu mirada mientras me observabas. Después, aquellos paseos junto al río y las cenas románticas, a la luz de una vela, en aquel restaurante tan chic
Lograste que se desplegaran mis sueños de cristal cuando me hiciste sentir que podía volar como una mariposa.
Ahora, con mis alas rotas, intento seguir las luces rojas del coche que nos aleja, cual luciérnaga que anhela la luna en la oscuridad.