Desde una viga del techo se dejó caer colgada por los pies. Era muy pequeña. Alguien le dijo que la fuerza de la gravedad la haría crecer por su propio peso. Desde entonces vivió la vida del revés.
Se le llenaban los ojos y la boca de polvo. Se le enredaban las nubes en los zapatos y provocaba la lluvia sin querer. El amanecer se convirtió en noche y se despertaba al anochecer.
Lo que peor llevaba era el leer cabeza abajo. Las letras se le caían de las manos, las palabras se le atragantaban en la garganta llorando lágrimas de tinta y papel.
(relato enviado a Relatos en Cadena - SER 4ª semana de Diciembre)
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