domingo, 14 de julio de 2019

LOW COST



Siempre fuiste un hombre práctico, sin artificios. Te encantaba viajar por la vida ligero de equipaje. Por eso, cuando debías hacerlo por motivos laborales, eras tan asiduo a desplazarte en vuelos de bajo coste, donde solo te permitían llevar lo imprescindible: una maleta tamaño cabina para no facturar y no perder tiempo, una muda limpia para cada día que durase la estancia, el pijama, unas zapatillas cómodas, y la bolsa de aseo. 

Como buen ejecutivo, vestido con tu elegante traje, ibas de aeropuerto en aeropuerto sin importarte el destino. Todos te parecían igual. El motivo de tus desplazamientos no era demasiado agradable. Debías parecer fuerte ante los demás, sin fisuras ni debilidades. Por eso, no mostrabas ningún interés en conocer las ciudades que visitabas ni podías encariñarte con sus gentes. 

La vida te resultaba tan monótona e insoportable que eras consciente de que no aguantarías mucho tiempo viviendo así. Anhelabas encontrar el valor para llevar a cabo un cambio radical. Soñabas con un futuro, no muy lejano, donde poder asentar tu residencia en algún sitio tranquilo y, de una vez por todas, tener la oportunidad de echar raíces. Sabías que ser el liquidador de un fondo buitre no ayudaba mucho. Tenías claro que aquel era un trabajo odioso, y que tanto ir de aquí para allá, te impedía hacer amigos. También te resultaba imposible mantener una relación sentimental seria y duradera. Aun así, deseabas tanto amar y ser amado… 

Tal vez, este fue el motivo de que perdieras la cabeza antes de lo que te imaginabas. Enamorarte no entraba en tus planes inmediatos, pero fue inevitable cuando la razón no pudo ganar la batalla contra el corazón. Decidiste que, correr algunos riesgos por amor, merecía la pena. 

El auténtico problema fue que tus jefes no se anduvieron con sentimentalismos ni perdonaron esa traición por tu parte, que les impidió obtener sus habituales elevados beneficios. 

A pesar de todo, de una manera u otra, te saliste con la tuya. Encontraste la paz y la estabilidad que deseabas en ese precioso y privilegiado lugar, rodeado de naturaleza. 

Me pareció comprensible que no te sintieras muy cómodo en esa postura en la que te dejaron, pero no encontraron otro modo de colocarte para que, dentro de una maleta tan pequeña, cupiesen sin problema todas tus partes, incluidas tus piernas. 


Relato presentado al concurso #historiasdeviajes 




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