Todo
está preparado como a ti te gusta. La casa huele a turrón de chocolate. Las
ventanas abrazan tu calor para que no se desvanezca. En la plaza, parpadean
estrellas de neón a ritmo de villancicos que me despiertan un universo de
emociones. Aletean al caer a cámara lenta mis latidos, en un intento de detener el
tiempo, pero el eco les devuelve la gélida voz de tu ausencia. Te echan tanto
de menos que acaban por rendirse y pierden su calidez. Tiritando, poco a poco, se
adormecen en silencio.
Entonces,
escucho el murmullo de tus pasos que se acercan y me estremezco. Abro la puerta
y el fuego de nuestro abrazo derrite la escarcha de mis alas. Con tu ilusión de
niño, llenas de hogar mi alma y el corazón de Navidad.
Foto enviada por Elena Mójer de la Kunst Haus de Viena, museo realizado por el pintor Friedensreich Hundertwasser
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