viernes, 2 de febrero de 2018

MUTACIÓN


Recuerdo cómo me miraba mi abuela Aurora, con sus inmensos ojos azules, y lo mucho que me gustaba perderme en su abrazo que olía a hogar. Se despidió de todos nosotros en cuanto supo que su lucha había terminado. Nunca le importó perder sus pechos, ni su precioso cabello rubio cuando apenas empezaba a canear, pero no deseaba que viéramos su deterioro final. Fue terrible el dolor que nos dejó su ausencia. A pesar de los años que han pasado, sigue tan viva en mi memoria que parece que fue ayer.

Lo peor vino poco después, cuando mamá me sentó sobre sus rodillas, me acunó entre sus brazos y, como si fuese un mantra, susurrándome al oído repetía: Siento dejarte. Te querré siempre. Lucha por ti. 

Su último aliento paralizó su corazón e hizo que el mío estallase en mil pedazos. Aún resuena en mi cabeza aquella letanía y su tristeza temblando en el eco de su voz. Tan solo tenía ocho años. 

Parece que alguien ha dejado escrito qué futuro me espera, por ser mujer y por la maldita mutación de un gen. Los análisis confirman que he recibido esa terrible herencia familiar y que permanece latente en mi interior.

No voy a esperar a que ese monstruo se despierte, he decidido plantarle cara al destino con una mastectomía bilateral profiláctica. No necesito mis pechos. Me llamo Lucía, tengo 20 años y la lucha por mi vida me pertenece.


Relato presentado al concurso de zendalibros.com #historiasdesuperación



4 comentarios: