El último recuerdo que guardo de mi padre es el golpe seco que escuché al cerrar la puerta. Por más que lloré y supliqué desde el descansillo, no me sirvió de nada. A partir de ese momento, hice de las calles mi hogar y de los sin techo mi familia.
Ahora, mi vida ha cambiado mucho. He conseguido dormir tranquilo. Ha desaparecido mi miedo a las tormentas y disfruto como un loco cuando me paso las noches aullando bajo la luna.
Boa tarde. Visitando, vendo, lendo e elogiando as suas publicações.
ResponderEliminar* Ouvindo o silêncio dos Areais. *
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Abraço Poético.
Bienvenido a mi rincón de letras, Antonio.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un abrazo lleno de poesía.