viernes, 28 de diciembre de 2018

BAJO LA LLUVIA



Eres incapaz de apreciar la belleza de la luna llena que ilumina esta noche. Desde que has perdido el control de tu descapotable azul sobre el asfalto mojado, en tu cabeza solo hay espacio para recuerdos del accidente: aquel brusco frenazo en mitad de la curva, un volantazo desesperado, el estruendo del coche al atravesar el guardarraíl y esa sensación de volar, de permanecer por un momento suspendido en el aire, antes de caer de golpe. Luego, a tu alrededor, todo es silencio. Los faros, que permanecen encendidos, rasgan la oscuridad hasta que su haz de luz se pierde en la distancia. Tu cuerpo ha salido despedido del vehículo, pero desde tu posición, atisbas un leve reflejo en su interior. Aunque no puedes pensar con claridad, intuyes que pueden ser sus ojos. 

—¡Ana! —gritas aterrorizado e intentas incorporarte para socorrerla. 

Entonces los reconoces. Sus uniformes y sus cascos con bandas reflectantes destellan mientras descienden por el terraplén. Suplicas que se den prisa, que ella corre peligro. Está atrapada dentro. Los sanitarios la estabilizan hasta liberarla. Después, escuchas la sirena de la ambulancia que se aleja a toda velocidad mientras que, al abrigo de una manta, esperas la llegada del forense.


(Relato escrito para la web estanochetecuento.com ENTC en Diciembre 2018)


Foto: Robert Doisneau.

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