jueves, 3 de enero de 2019

BLANCA NAVIDAD



Cruje la frágil superficie del lago cristalizado bajo mis pies mientras huyo de este inhóspito lugar sin mirar atrás. Temo convertirme en una estatua de hielo, si lo hago. 

Lo dejé todo por seguir su rastro tras el fuego que me ofrecía. Me sentía tan aterida que mi cuerpo tiritaba de soledad. Necesitaba con urgencia calor y el abrazo de alguien que me arrebolase el corazón. Nada me importó, salvo sus besos apasionados y esa mirada que me abrasaba la piel. Al llegar aquí, me sentí engañada ante su extrema gelidez. Supe que había cometido un terrible error. 

A pesar de sentirme escarcha a su lado, he intentado quedarme, pero nunca he vivido una cálida noche entre sus brazos. En nuestra habitación, exhalo vaho cada vez que suspiro, puesto que nieves perpetuas cubren las paredes. Su inmensa frialdad ha congelado mis caricias y siento que me ahogo, ya que las palabras de desamor me obstruyen la garganta. 

No aguanto a su lado ni una Navidad más, pero noto que los primeros síntomas de rigidez han comenzado por mis pies y me impiden moverme. Es demasiado tarde para escapar de él, para olvidarle. Ya no me quedan ni lágrimas de sal. 



Relato presentado al concurso #cuentosdeNavidad 






4 comentarios:

  1. Muy lindo el relato, original imaginativo y breve. Dos veces bueno. Saludos.

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    1. ¡Muchas gracias por la visita y por tus palabras, Maradentro Esther!
      Besos apretados.

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  2. Una combinación de cálida pasión y frialdad muy bien contada.
    Un abrazo, Pilar. Suerte

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    1. Hay pasiones que te dejan helado.
      ¡Muchas gracias, Ángel!
      Besos muy apretados, amigo.

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