lunes, 26 de noviembre de 2018

LA FUERZA DEL DESTINO



Nos miramos a los ojos antes de recorrer la corta distancia que nos separaba. Después, anudamos nuestros cuerpos en un cálido abrazo. Sincronizamos los latidos que nos golpeaban el pecho y el deseo que nos palpitaba en los labios. Aunque comenzamos con un tímido beso, poco a poco, la pasión nos estalló en el corazón. Nos devoramos hasta quedar sin aliento. Cuando recuperamos la calma, nos aislamos del mundo mientras la piel nos ardía en las manos. Surgió el amor. Imposible separarnos.

Fundidos en aquel beso nos encontró el juez al acercarse para decirnos que habíamos establecido un nuevo récord.



Fotografía: "El mundo nace en un beso" de Isidro Novell.

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