En todo ese tiempo nunca escuchamos el rumor del mar. La travesía resultó extrema en aquel ambiente irrespirable. Crujía el casco, envejecido por años de luchar contra las olas, mientras el corazón se agolpaba en nuestras gargantas. Asustados y mareados solo deseábamos llegar. La situación empeoró durante la tormenta. Acabamos vomitando hasta caer en la inconsciencia. Después, el barco se detuvo de golpe. El viaje al paraíso había terminado.
Subimos a cubierta entumecidos. El capitán nos había abandonado antes de encallar en aquella playa. Caímos exhaustos sobre la arena.
Nos acogió la esperanza cubriendo nuestro dolor con una manta roja.
(Relato Finalista en el IV Concurso de Microrrelatos de la Biblioteca de Godella (Valencia) - 2018)
Ahh muy bueno, excelentes letras!!
ResponderEliminar¡Mil gracias, Maricel, por tus palabras!
EliminarBesos apretados.
Felicidades, Pilar.
ResponderEliminarBuen relato
Un abrazo
¡Muchas gracias, Ángel!
EliminarBesos muy apretados, amigo.