Posa los sueños
sobre sus manos
vacías de malicia.
Un cielo dorado
abriga sus alas.
Las aves anidan
en su calidez.
En su rostro,
una calma infinita.
En sus labios,
la voz del silencio.
Nada perturba
su plácido vuelo,
nada impide
el fin de su niñez.
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