Se
caía el agua de los mapas de la escuela cuando nuestras ganas de aventura
borraban las paredes de las que colgaban y se veía el cielo azul. Después, fluían mares y
océanos de conocimiento a nuestros pies. La brisa marina inundaba nuestros
pulmones de libertad y un oleaje de espuma arrastraba nuestra imaginación mar
adentro. Atrás quedaba el aula, con sus voces atrapadas en el reloj de su eco infinito.
Nadie las escuchaba. Ya navegábamos a toda vela por nuestra fantasía. Una
estela de alegría surcaba nuestro rostro.
Mientras
se adormecía nuestra piel de tiza sobre el pupitre, dejábamos de
respirar la quietud y el silencio que exigían los libros. El viento derramaba lápices
de colores entre las olas y nos irisaba la mirada. En el interior de nuestros
cuadernos, atesorábamos suspiros con rumbo al horizonte y alientos de sol al
atardecer. Pero, aquella odiosa sirena siempre interrumpía nuestro viaje y nos
obligaba a regresar, aunque fuera a regañadientes.
Entonces,
nos entristecía ver cómo se desvanecía la luz que teñía la tarde de aguamarina.
(Relato escrito para la web estanochetecuento.com ENTC
en diciembre 2019)
Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el color AZUL.