Enjuga
sus lágrimas con la toalla tras vaciar el contenido de su estómago. Es
demasiado tarde para volverse atrás —piensa Elena, mientras refresca su cara
descompuesta—. Se lava los dientes para eliminar el sabor amargo de la duda. Después,
oculta su rostro bajo una gruesa capa de maquillaje hasta dejarlo
irreconocible. Con mano temblorosa, dibuja una línea negra sobre sus pestañas
postizas. Exagera tanto sus rasgos que logra convertirse en una persona
distinta. Pinta en sus labios una sonrisa permanente de rabioso carmín, dando
así por terminada su transformación camaleónica. Luego, se viste con ropa
llamativa muy alejada de su estilo y se calza esos zapatos imposibles, con los
que tanto le cuesta andar. Por último, se coloca una peluca rubia.
Sonríe
satisfecha al verse en el espejo. Ha llegado el momento de saber si es una excelente
profesional. En su bolso lleva todo lo necesario para hacer feliz a cualquiera,
incluso a los más exigentes. Avanza por el pasillo hasta el final. Llama a la
puerta con su mano enguantada. Está dispuesta a darlo todo en su debut.
Entra
en la habitación
enfundada en su bata blanca, decidida a regalar alegría con su enorme nariz
roja.
Concurso 2020: ContARTE.
Un relato con menos de 200 palabras
inspirado en EL VESTIDO Y LA MODA.