Llevo
tanto tiempo paralizada ante el abismo que hay en la entrada que ya no recuerdo
cómo huele el mar…
Desde
que mi mundo está bajo control, veo pasar la vida a través de la ventana y del
ordenador. Hago las compras on line. Al
finalizar mi teletrabajo, me divierto con mis amigos por Skipe. Por enésima vez intento salir a la calle, pero mi corazón
late desbocado y una opresión en el pecho me impide respirar. Mareada, con el
vómito amenazando manar de mi garganta, las piernas no me sostienen y me ahogo
en lágrimas de impotencia.
Tras
un nuevo fracaso, dando un portazo caigo derrumbada en el umbral.