No sé qué tienen tus ojos que, cuando me miras, me siento menos vulnerable. Olvido todos mis complejos, puedo enfrentarme a todo e incluso me desprendo de la soledad que pesa sobre mis manos. Abandono la gran ballena que me ahogaba y emerge la sirena que dormía dentro de mi letargo. Ahora, tú, con tu mirada la has despertado.
Nada volverá a ser lo mismo, me has enseñado que soy capaz de andar el camino, sola o a tu lado. Has logrado que la vida ya no me asuste, que pueda volar sin miedo a que me hagan daño.