Libero al viento
palabras arcoíris
al atardecer.
Versos del alma
encendida de sol
que exhalan verdad,
que extraen luz
de mi silencio dormido.
Y duermen
al abrigo de tus ojos
mis miedos desnudos.
Libero al viento
palabras arcoíris
al atardecer.
Versos del alma
encendida de sol
que exhalan verdad,
que extraen luz
de mi silencio dormido.
Y duermen
al abrigo de tus ojos
mis miedos desnudos.
Todo este amor
no cabe en un beso luna
ni en un abrazo mar.
Necesita el infinito
de un silencio verso,
la calidez
de un latido caricia,
las palabras viento
en unos ojos nube.
Todo este amor
no cabe en mis labios sueño
sin tus labios eternidad.
Observo
cómo chapotean sus pies debajo del agua. La nube de burbujas que se forma a su
alrededor me produce un suave cosquilleo. Parece divertido. Verlos así, tan
felices, me anima a participar en sus juegos. Por eso, cuando están distraídos,
rozo sus piernas con la yema de mis dedos. Pero, en lugar de jugar conmigo, huyen
con cara de pavor dando grandes alaridos. Aunque me hace mucha gracia su
reacción, cuando se van, me vuelvo a sentir sola.
En
las noches de luna llena, me encanta sorprender a los enamorados que anclan su
barca alejada de la orilla para dar rienda suelta a su deseo. Cuando menos se
lo esperan, ¡zas! golpeo la barca desde abajo y les doy un buen susto. No puedo
parar de reír al ver cómo gritan aterrorizados. Siempre acaban por alejarse a
toda prisa, remando desnudos y sin mirar atrás.
Espero
con impaciencia la llegada del amanecer. Se respira tanta paz... Es el mejor momento
para dar rienda suelta a mi espíritu aventurero. Desde hace mucho tiempo, me muero
de curiosidad por descubrir qué hay más allá. Aunque solo puedo alejarme hasta
donde me lo permite esa maldita cuerda, que mantiene mi cuerpo amarrado al
fondo del lago.
Al
llegar al anochecer, lo que no te imaginas es encontrar la casa así. Nada más entrar,
tropiezas con unos calcetines apestosos asomando de los zapatos sucios de barro
que han dejado tirados en el suelo. Unos metros más allá, descubres un gorro, unos
guantes, un chaquetón y prendas de ropa desperdigadas por el pasillo. Entonces,
te armas de valor para plantarle cara. Pero por más que lo buscas, no das con él.
Ignoras
que, mientras mantenga su desnudez, el intruso será invisible.
Juega la infancia
con el oleaje
de mares de espuma,
con destellos
de un cielo de cristal.
Juega al escondite
con la calidez
de madera de naufragio,
con la mujer que mora
en su alma de arena.
Hay días de humo
y noches de ceniza
hiriendo el cielo;
nubes bostezando
silencios grises
y sombras con sed
de labios de sal.
Pero si habitas
mis entrañas
con tu luz
y cubres de estrellas
mis cicatrices,
vuelvo a ser luna,
el centro de tu universo.
Abrir alas de agua
para escribir versos
en la piel de la noche.
Dar voz al oleaje
que suspira añoranza
en un mar de cielo.
Abrigar con mis manos
el hielo de una luna
que arde de soledad.
Curar sus heridas
en el abismo de mis labios,
que son eternos.
Iluminas mi camino
sembrando certezas
en mis dudas,
alimentando mi alma
con historias de papel.
En tu silencio,
calmas mi avidez
con palabras, con misterios,
con emoción, con fantasía.
Me arropas
con manos llenas
de literatura.
DÍA DE LAS LIBRERÍAS
(Versión en valenciano)
Després
d'aquesta nit, li suplicaré ajuda a Santa Rita. No em fie de la resta del
santoral. Fa temps, cansada de buscar ocupació, li vaig posar julivert a Sant
Pancraci, però només vaig trobar treball com a netejadora a temps parcial. Quan
vaig necessitar una parella que alleujara la meua soledat, vaig recórrer a Sant
Antoni i em va manar al meu marit. Un peresós que no eixia del bar.
Per
això, en veure'm arruïnada i dormint amb el meu enemic, li vaig demanar consell
a Santa Bàrbara. I va esclatar tal tempesta que, sense dubtar-ho, vaig prémer
el gallet.
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(Versión en castellano)
Tras
lo ocurrido esta noche, le suplicaré ayuda a Santa Rita. Ya no me fío del resto
del santoral. Hace tiempo, cansada de buscar empleo sin éxito, recé y puse
perejil a San Pancracio, pero solo encontré trabajo como limpiadora a tiempo
parcial. Cuando necesité encontrar una pareja que aliviase mi soledad, recurrí
a San Antonio y me mandó a mi marido. Un vago que nunca estaba en casa y no salía
del bar.
Por
eso, al verme arruinada y durmiendo con mi enemigo, le pedí consejo a Santa
Bárbara. Y estalló tal tormenta que, sin dudarlo, apreté el gatillo.
El mundo es azul
en la tristeza
de su deshielo.
Bajo la lluvia
de sus pestañas,
tirita una mañana
de líquido insomnio.
En sus ojos,
navegan sus decepciones
con el salobre de su soledad.
Añoro
lo que fuimos,
como ese relámpago
que estalla en la tormenta.
Sentir el frío
de unos labios de lluvia
que inundaban la noche
surcando historias de agua
sobre la piel de un silencio.
Llenar
todos mis vacíos
con la voz de aquel eco
emocionado de ayer
que nos estremecía
bajo un universo de seda.
Duele la luz
si respiras oscuridad
Saben
que no tienen nada que hacer. Que ha llegado el temido momento. Las perchas se
balancean inquietas dentro del armario mientras la maleta ajada permanece
oculta detrás de la puerta. Los zapatos vacíos tiemblan debajo de la cama sin
atreverse a salir. Todos permanecen en estado de alerta hasta que oscurece y se
hace el silencio. Entonces, las prendas se sacuden el miedo que las amordaza en
su encierro y, junto al calzado, preparan el equipaje para su huida a ninguna
parte. Se deslizan de puntillas hacia un destino incierto intentando no hacer
ruido. Temen ser descubiertos y se estremecen al rememorar su historia, escrita
con tinta de dolor y cicatrices. Cargan ya con demasiada humillación como para tener
que pasar por esta situación de nuevo.
Pero,
deben darse mucha prisa si quieren aprovechar la ventaja que les ofrece la
oscuridad. No pueden perder un segundo ni para derramar lágrimas ni para sentimentalismos.
Apenas les queda tiempo para ponerse a salvo junto a su dueña. Pronto amanecerá
y, con los primeros rayos de luz, regresarán para ejecutar su desahucio.
Si detiene el vuelo
de un silencio
Ser amanecer
en noches sin luna,
atravesar el manto
de nubes que te envuelve
con mis destellos de sol.
Esperarte
anhelante tras el cristal,
sin reservas ni escudos
en el pecho,
abriendo mis alas al alba.
Ser día en tu noche
y en tu piel, ser cielo.
En
nuestra juventud nos aplastó el miedo. Atenazaba nuestra garganta. Debías
querernos, protegernos, pero actuabas con impunidad al llegar la noche. Te
alimentabas de nuestra inocencia hasta el alba.
Permanecíamos
despiertas deseando ver amanecer hasta dormirnos de agotamiento. Normalizamos convivir
con ello en silencio. Anestesiamos sentimientos para soportarlo, ya que la
ceguera que nos rodeaba enmudecía nuestras palabras.
El
tiempo nos hizo fuertes y el alma recuperó el aliento. Pero, para ti comenzó la
cuenta atrás hacia la dependencia.
Hoy,
tiemblas al verme. Reconoces lo que habita mi mirada. Llora tu cobardía
suplicando clemencia ante la justicia de mis manos.
Ha
brotado un agujero negro al final del pasillo. Estoy aterrorizado. Creo
que tiene la culpa de todas las cosas extrañas que están sucediendo en casa. Han
desaparecido las llaves, el móvil, el portátil y mamá.
Agazapado,
espero que no me encuentre la locura de esos ojos ensangrentados de papá.