Lo difícil ha sido decidirse a dar el primer paso, pero el andén ha dejado de ser su frontera en cuanto ha alcanzado el vagón. Sentada junto a la ventanilla escucha el latir agitado del paisaje, que corre en dirección contraria a su huida. Rodeada de pasajeros se siente segura. Poco a poco, se afloja el nudo que atenaza su garganta. Con una inspiración profunda llena de libertad sus pulmones. Abraza su bolso aliviada al percibir el calor procedente de su vía de escape.
El tren la mece con su vaivén mientras se aleja de los barrotes de sus brazos.
(Relato finalista en el programa Wonderland RNE4 del 03/11/18)