viernes, 16 de octubre de 2020

VIDAS EN SUSPENSO

 

Para Juan y Francisca todos los días son iguales. Con sus rostros inexpresivos, permanecen ausentes, como si vivieran en un perpetuo letargo. No les importa nada si hace frío o calor. Ni siquiera perciben lo mucho que han cambiado las cosas en su pueblo. Ese aislamiento rural, que en su momento los aplastó hasta la asfixia, ya no es tan opresivo como antes.

A ellos se les congeló la vida durante los primeros años de su juventud. Cuando ambos eran soñadores y apasionados. Cuando todavía creían en el amor de verdad. Pero, para su desgracia, también eran tiempos de absoluto respeto a los padres y a sus decisiones. Por muy injustas que les parecieran, no admitían discusión.

En ese momento, nada pudieron hacer para luchar por su amor y evitar quedarse anclados en su dolor. Otros decidieron su destino.

Él bebía los vientos por María, la hija de un jornalero humilde que trabajaba las tierras de otro. Ella se enamoró de Jesús, el noble pastor que cuidaba el ganado de su patrón.

Su padre se opuso a esos amores en cuanto se enteró. Pertenecían a la familia más adinerada de la comarca. Debían aspirar a algo mejor. Y si no, siempre podían recurrir a los matrimonios de conveniencia para aumentar el patrimonio familiar.

Como ninguno de los dos aceptó renunciar a sus sentimientos, les aplicó un duro correctivo. Su decisión tuvo graves consecuencias para todos.

A Francisca le prohibió salir de casa. Pensó que, si no veía a Jesús, acabaría por olvidarlo. A Juan lo amenazó con desheredarlo, aunque, por ser el varón, estuviera destinado a ser el dueño de todas las propiedades familiares. Y, además, si insistía en proseguir con su relación, recibiría un castigo mucho más duro: el exilio. De nada les sirvieron sus lágrimas y súplicas. Su padre se mantuvo firme.

Desde entonces, ella ve pasar la vida a través de la reja de su ventana. Él, sentado junto al portón de la casa familiar. Se han convertido en dos sombras inanimadas. Continúan allí, esperando a que el amor de su vida los despierte de esta pesadilla. Bajo las cenizas del odio, aún late en su corazón el fuego de entonces.

Mientras tanto, sigue sin resolverse la misteriosa desaparición de su padre.



Relato presentado al Concurso #historiasrurales de zendalibros.com






4 comentarios:

  1. Pues es triste, refleja la realidad de un tiempo en que el casarse era una formalidad tras un noviazgo a veces impuesto. Qué podrían contarse...pues mil cosas. Está por ver si lo hacen, por supuesto.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Refleja el retrato de otros tiempos en blanco y negro, donde en algunas familias el amor no importaba, solo se trataba como un negocio más.
      Muchísimas gracias por tu comentario, Albada.
      Besos apretados.

      Eliminar
  2. ¡Qué interesante, Pilar! Me ha gustado mucho. Aunque sea una triste historia, está tan bien contada que la lees con el corazón en un puño.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Saber que te ha gustado ya es todo un premio para mí, Aurora.
      Mil gracias por tus palabras!
      Besos apretados.

      Eliminar