Coge su mano con ternura. No quiere separarse de ella ni un segundo. A través de sus dedos percibe sus débiles latidos. Sabe que se les escapa el tiempo, gota a gota, desaparecerán los recuerdos vividos.
Le susurra al oído los sentimientos que, por falta de tiempo o de ganas, nunca le dijo. Ella lo escucha en silencio. En su mirada brilla una sonrisa y se ruboriza al recordar su amor perdido. Ahora, nada importan aquellos momentos que desaprovecharon y no estuvieron unidos. Una vez se pierden resulta imposible recuperarlos del olvido.
Cuando en sus ojos aparece la bruma, con ella se detiene el tiempo y sus latidos.
Ilustración: Cyril Rolando.
Quizás así es la otra "bruma"...
ResponderEliminarUn abrazo.
Así me lo imagino...
EliminarMuchas gracias, Rafael, por tu comentario.
Besos apretados.