viernes, 23 de febrero de 2018

ÚLTIMO RECURSO


Mientras los niños duermen, Miranda ha pasado una noche más sentada en el taburete de la cocina, temblando, con el móvil en sus manos, por si ha de marcar el número de emergencias.

Desde que contactó por primera vez con el 016, se activó el protocolo para garantizar su seguridad. A pesar de los esfuerzos de su abogado por conseguir una orden de alejamiento para protegerla, su marido la ha quebrantado, una y otra vez. Todas las denuncias presentadas hasta ahora no le han servido de nada. Vive aterrorizada. Ya no puede más.

Para la justicia, sin una sentencia condenatoria, solo es un “presunto culpable”, pese a los múltiples partes de lesiones existentes que la han marcado para siempre. 

Pero, ha amanecido con un nuevo brillo en sus ojos. De su mirada ha desaparecido el miedo. Sujeta firme entre sus manos el frío acero con el que, si vuelve, la próxima vez se defenderá…





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