Despierto
bastante aturdida. Grito al descubrir dónde me encuentro. No entiendo cómo he
podido amanecer sobre la copa de una palmera. Todo lo que veo a mi alrededor me
resulta extraño. Mis ojos no dan crédito. Un pingüino nada exhausto huyendo de los
picotazos de las gaviotas. Se ha debido de caer de los inmensos témpanos de
hielo que flotan a la deriva.
Desde
mi atalaya, no diviso a otros supervivientes. Durante décadas, ignoraron las
múltiples señales de alarma del planeta y no hicieron nada para evitarlo.
Los
peores pronósticos se han cumplido y todo ha desaparecido bajo las aguas. Tanto
silencio estremece. Solo se escucha el rumor del mar y mi respiración.
El calor
resulta tan asfixiante que no puedo dejar de llorar sobre mi cola plateada mientras
una ligera brisa mece mi aleta.
Relato presentado al concurso #COP25
Historias sobre el Cambio Climático
Muy bonito Pilar. Mucha suerte!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Mil gracias, Nani!
EliminarBesos apretados.
Es precioso y muy triste, Pilar😙
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Aurora. Tenemos que hacer todo lo posible para darle la vuelta a los pronósticos.
EliminarBesos apretados.