Ha pasado tanto tiempo, pero una experiencia como
aquella permanece anclada en la memoria y nunca se olvida. Me basta con cerrar
los ojos para regresar a aquel lugar. No era el mar, pero se le parecía mucho. Recuerdo aquel cosquilleo que
sentía entre los dedos de las manos y de los pies cuando estaban impregnados de
arena, bajo esa brisa con olor a sal. Aún escucho el alegre griterío de los
niños divirtiéndose, jugando con cubos y palas, construyendo castillos de arena
para que príncipes y princesas pudieran reinar entre las olas.
De
pronto, todo eran gritos y prisas al atardecer. Había terminado el día, era el
momento de regresar a casa, de volver a la realidad.
Aunque
protestábamos contrariados, recogíamos la imaginación hasta la próxima aventura
mientras la fantasía se quedaba a dormir en el parque, dentro de aquel cajón.
(Publicado en la web Microcuento.es)
Foto: Gregory Culmer.
La imaginación de los niños hace posible trasladarse a cualquier lugar.
ResponderEliminarBuen micro, Pilar. Un abrazo
Es la manera más rápida de viajar. Con imaginación nada es imposible.
EliminarMuchas gracias, Ángel.
Besos muy apretados, amigo.
Muy bueno!!!hermoso jugar con lo que deseamos abrazos
ResponderEliminarMuchísimas gracias!
EliminarBesos apretados.
Qué bonito es volver a soñar como cuando éramos esos niños inocentes. Precioso Pilar.
ResponderEliminarBesicos muchos.
La infancia es el tiempo más dulce de nuestra vida, donde la imaginación es infinita. Recordarla es como vivirla otra vez.
EliminarMil gracias, Nani, por tu hermoso comentario.
Besos apretados.