Se
tranquilizó cuando dio con aquel lugar que cumplía todas sus expectativas. Era muy
tranquilo, a salvo del bullicio y de las miradas indiscretas. Parecía bastante
silencioso. Ideal para no perder la concentración. No quería que nadie le estropeara
tan anhelado momento. Si deseaba conocerla de principio a fin, sin
interrupciones, necesitaba intimidad. Extendió una mullida manta sobre el suelo.
Se recostó a su lado y notó que una tormenta de latidos le arreciaba dentro del
pecho. Tanto tiempo deseando poseerla y, por primera vez, la tenía entre sus
manos. La despojó de su envoltura con avidez y se estremeció con su tacto de
papel.
Aunque
se desvaneció su halo de misterio cuando le desveló su nombre, supo que estaban
hechos el uno para el otro, desde que la abrió y leyó su primera línea.
(Publicado en la web Microcuento.es)
Muy bueno Pilar, me encantan los microrrelatos.
ResponderEliminarBesos en la tarde.
Me alegro mucho de que te gusten, son mi otra pasión, después de la poesía.
EliminarMil gracias por tus palabras de aliento.
Besos apretados, Paula.
¡Santo Dios! Me encanta, es precioso.
ResponderEliminarMil gracias, Mavy!
EliminarBesos apretados.