La diosa Selene, acompañada por su soledad y llena de tristeza,
realizaba su ronda nocturna por el cielo con su carro, como siempre, pero aquella
noche todo cambió. Descubrió a un joven pastor dormido en una cueva, que
parecía tan solo como ella. Se trataba de Endimión. Ella fue incapaz de resistirse
a su belleza y se enamoró. A partir de ese momento, todas las noches entraba
sigilosa para admirarlo de cerca y cubrir su cuerpo con su manto de luz
plateada, hasta que un día, él despertó al sentir que otros labios se posaban sobre
los suyos.
Endimión, nieto destronado de Zeus, se había refugiado en el monte
Larmos, donde vivía secretamente enamorado de Selene, su única compañía. Quedó
deslumbrado por su rutilante belleza. En ellos prendió un amor tan apasionado
que, aunque pertenecían a mundos diferentes, lucharían por él.
Selene subió al Olimpo para defender su amor indestructible ante Zeus. Le
imploró que la comprendiera y le concediese un deseo a su amado. Este anhelaba la
juventud eterna y el sueño perpetuo, del cual solo despertaría cuando bajara su
amada para estar con él. Así vivirían su amor eternamente. Zeus accedió a su
petición.
Desde entonces, la pareja no deja de amarse. Cuando Selene despierta a
Endimión, la noche se oscurece. Y no existe más luz que la que desprenden sus
ojos.
Microrrelato publicado en la antología "Del otro lado del laberinto" por Lilian Elpick en la Revista Brevilla.
En este enlace podréis descargar la antología completa:
ANTOLOGÍA DE MINIFICCIONES "DEL OTRO LADO DEL LABERINTO"