sábado, 29 de julio de 2017

THE SHOW MUST GO ON!


Aurora y yo siempre quisimos seguir la tradición familiar. Llevábamos el circo en la sangre. Ella soñaba con ser trapecista y yo deseaba ser el payaso principal. Viajábamos siempre con la casa a cuestas, de pueblo en pueblo, a través de llanuras y bosques, de ciudad en ciudad. Aquella caravana destartalada era nuestro hogar.

Un atardecer el circo detuvo su marcha. Montó su campamento en el bosque para descansar. Todavía recuerdo aquel ruidoso chisporroteo del fuego, del que no pudimos escapar.

Las noches de tormenta ofrecemos nuestro espectáculo, atrapados en cada gota de lluvia que el cielo derrama sobre la ciudad.


Foto: Raquel Rodríguez Suárez.

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