Ha amanecido la ciudad con la piel congelada. Con los primeros rayos de sol la vida despierta y te incita a recorrer las calles engalanadas de Navidad.
Juan espera con ilusión la llegada de estas fiestas. Disfruta tanto con la decoración de la casa como confeccionando el menú para cada reunión familiar.
Hasta el último momento se esfuerza por encontrar los ingredientes para preparar los más ricos manjares con los que agasajar a sus invitados.
Cada Nochebuena, cumple con la tradición de elegir a una persona sin hogar, de las que deambulan por la ciudad al llegar la noche buscando refugio, y le promete ser el protagonista de la cena.
Aunque cada vez hay más desahuciados para poder elegir, ha de reconocer que se encuentran en peor estado. Su sabor ya no es tan exquisito como el de antes…
Relato presentado al concurso de Editorial Zenda #cuentosdeNavidad
Casi se me quita el hambre (casi), pero el relato está muy bien. Suerte con él, Pilar.
ResponderEliminarÁngel, últimamente todos lo relatos me salen noir. Jajaja.
EliminarMuchas gracias por pasar por mi blog y dejarme tus comentarios.
Besos muy apretados, amigo.
Ostras!! No me esperaba ese final XD Qué bueno!! Unas navidades... Mmmmm... Diferentes diría yo jeje
ResponderEliminarUn abrazo guapísima!
Carmen, la verdad es que me ha salido muy noir.
EliminarMuchas gracias por pasar y dejarme tu comentario.
Te deseo un maravilloso 2018.
Besos apretados.