lunes, 18 de junio de 2018

THC: 166/676


Llegué tarde a aquel encuentro a ciegas. Pensé que ya te habrías marchado, pero no, allí estabas. Me senté a tu mesa mientras me disculpaba por el retraso. Con una mirada limpia sonreías al escucharme.

—No pasa nada, tengo todo el tiempo del mundo para ti. —dijiste.

Te conté toda mi vida, aunque no mostraste ningún interés por mi pasado. 

Cuando dejé de hablar, me di cuenta del mar que se escondía en tus ojos, que arropada por la cadencia de tus olas me sentía segura. Luego, posaste tu mano sobre la mía y ya no necesité preguntarte nada.

Salimos juntos de la cafetería. Sobre la mesa quedó abandonada tu historia, oculta en el código de barras de aquella pulsera hospitalaria. 

No importó que tú no fueras mi cita ni que yo no fuese nadie que tú recordaras…



Fotografía: Ana Vidal

2 comentarios:

  1. Como te dije en face, comenzaron de cero y....
    Buena apuesta, felicidades.
    Besicos muchos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces hay que empezar de cero para amarse sin interferencias.
      Muchas gracias, La Casa Encendida.
      Besos muy apretados.

      Eliminar