miércoles, 8 de agosto de 2018

LEALTAD ETERNA


Aquella mañana supe que había llegado el momento de separarnos. Comprendí que ya no volverías a buscarme para compartir secretos, ni nos abrazaríamos las terroríficas noches de tormenta porque nos asustaba la oscuridad. Nunca más seríamos cómplices en aquellas travesuras que tanto nos divertían; aquellas que enloquecían a toda la familia al no encontrar a los culpables, por lo que pasaban a formar parte de los misterios por descubrir. Cada recoveco de la casa nos servía de escondite y se convertía en nuestro territorio conquistado donde solo había lugar para los dos. 

Contemplé la escena mientras luchaba por soltarme, intentando huir para protegerme de aquel sol radiante sin conseguirlo. Me sentí impotente al no poder librarte de la bruja de tu madre. Te había pillado “in fraganti” y amenazaba armada dedo en alto con castigarte si no confesabas. Sabía muy bien qué era lo que más temías: permanecer encerrado. ¡Lo que habría dado yo por evitarte esa humillación! 

Soportaste el encierro durante todo el verano. No lo dudaste. Jamás me delataste ni reconociste que me buscabas para salvarme. No tuve escapatoria. Ella me había lavado sin saberlo, tendiéndome luego al sol entre todas aquellas sábanas blancas.


(Relato escrito para la web estanochetecuento.com ENTC en Agosto 2018)





Fotografía: Cristina García Rodero.


2 comentarios:

  1. Acabo de leerlo en ENTC, Pilar. Me encanta cómo mantienes engañado al lector hasta las últimas líneas. Muy, muy bien desarrollada la historia.
    Un abrazo.

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    1. Sechat, me tranquilizas. No es fácil escribir una buena historia, sobretodo cuando te preceden muchas historias excelentes inspiradas en la misma fotografía.
      He visto que has pasado por el blog de Adella Brac. Sabía que te gustaría. Deseando leer tu relato.
      ¡Mil gracias por tu generosidad al comentar lo que escribo!
      Besos muy apretados, amiga.

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