miércoles, 26 de diciembre de 2018

INFLUJO



Cuando era pequeña, mi abuelo Luis me contaba lo mucho que echaba de menos sus años de marinero. En su mirada aguamarina, guardaba noches de luna llena faenando entre las olas hasta el amanecer. Desde que la vejez lo dejó anclado en tierra firme, no volvió a conciliar el sueño. Añoraba ese vaivén que meció su cuerpo cansado mientras permaneció a bordo. 

Poco tiempo después, enloqueció un plenilunio. No pudo resistirse a la llamada del mar. Cuando escuchó aquellos dulces cantos de sirenas, se dejó arrastrar por la marea. 

Me dejó sus besos de sal y las huellas de sus pies descalzos perdiéndose entre la espuma. Desde el borde del camino los ojos negros de una lechuza fueron testigos.



Relato escrito para la web EstaNocheTeCuento - ENTC 
Convocatoria ENTCerrado 0 Especial A Curuxa.


 Foto de Quino Al en Unsplash.

4 comentarios:

  1. Es un relato muy bien llevado pero al final me dio un poco de tristeza.

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    1. Aunque te parezca un final triste, no lo es. Volvió a ser feliz en el mar.
      ¡Muchas gracias, Edith!
      Besos muy apretados, amiga.

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  2. Muy bueno !!!si tienes raxon esa era su vida la eligio abrazos

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