Armando está con la mosca tras la oreja. Sobre todo, desde que Maruja, su mujer, se pasa el día en la peluquería y nunca está en casa. Se ha teñido el pelo de rubio platino, se depila con regularidad y se ha puesto uñas y pestañas postizas. Pero lo que más le preocupa, es que se maquilla todos los días y se pinta los labios de rojo carmín.
Sospecha que tiene un amante y necesita pillarlos in fraganti.
Pero, cuando la ve allí sentada, tan feliz, descubre que Maruja no está enamorada de otro, lo que se siente es muy sola.
Foto: Sr. Alarido.
Otro buen relato de una autora prolífica y sanamente inquieta.
ResponderEliminarUn abrazo, creadora.
No siempre surge la inspiración, por eso, hay que darle alas cuando necesita volar.
Eliminar¡Muchas gracias, Ángel!
Besos muy apretados, amigo.