La mirada perdida
se le tiñó de azul
azul de nubes
azul de mar.
Le puso alas
a sus sueños
y los dejo alejarse
más allá
del horizonte
más allá
de Nunca Jamás.
En su pelo, la noche
encendida
en su pecho, latidos
de soledades
azules con sabor
a sal.
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