lunes, 24 de junio de 2019

APASIONADA


Cansada de latir en solitario, quise escapar de aquellas cuatro paredes que me ahogaban. Vislumbré que entraba, a través de la única ventana, un pequeño rayo de esperanza. Para huir de mi soledad, de nada me sirvieron los tacones ni el subirme a una silla. La abertura era demasiado pequeña e inalcanzable. Si quería salir de allí, tendría que afinar mi puntería y hacer uso de mis mejores armas para hacer diana. Tras varios intentos fallidos, lancé mi corazón cargado con todo mi amor hacia su retrato. 

Descubrí que no hay quien detenga la fuerza de unos latidos apasionados deseosos de amar.





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