Contigo,
solía introducir las sábanas en el tambor de la lavadora. Añadía una dosis extra
de jabón y suavizante. Elegía el programa largo y me sentaba a esperar. Veía flotar
la sal de mis lágrimas, las estalactitas que se formaban en tu lado de la cama
y mis horas en soledad. Giraban a gran velocidad durante el centrifugado hasta desaparecer
por el desagüe. Al abrir la portezuela, olían a ternura, a ausencia, a caricias
por estrenar.
Con
él, todo ha cambiado. De su interior fluye un universo de abrazos infinitos, restos
de besos bajo la luna y de estrellas con destellos que laten de este amor que
habita nuestra galaxia.
Collage de Sara Shakeel
Me apunto a tu blog, me hace ilusión ver blogs que aún están vivos. Un placer estar por aquí y leerte.
ResponderEliminarSaludos.
Bienvenida a mi rincón de letras, Yashira. Es un placer recibirte.
EliminarMil gracias por elegir acompañarme.
Besos apretados.
Qué precioso relato...
ResponderEliminarMuy bueno.
Besicos.
Muchísimas gracias, Galilea, por tus palabras!
EliminarBesos apretados.