jueves, 16 de abril de 2020

SIN PERDÓN



Con lágrimas en los ojos, se asomó a través de la escotilla para disfrutar de la belleza del amanecer. Necesitaba respirar, sentir en su piel la caricia de la brisa fresca y recobrar el aliento, tras una noche más de luchar contra ese monstruo llamado soledad.
Embarcarse en aquel crucero le había parecido una buena idea, una oportunidad de conocer gente nueva, que no conocieran su historia. Necesitaba olvidar su pasado y cambiar el rumbo de su vida.
Hasta el momento no había tenido suerte. Entre el pasaje, solo encontró parejas de recién casados o familias con niños. Se sintió ignorada. Nadie reparó en su presencia ni le dirigieron una sola palabra amable, salvo la tripulación.
Frente a la luz del sol, lo vio muy claro. Había cometido un error. Desembarcaría en el próximo puerto sin mirar atrás. Para cuando recibieran su merecido por su desprecio, ella ya estaría muy lejos de allí.



(Publicado en la web Microcuento.es)



Foto de Alonso Reyes en Unsplash


2 comentarios:

  1. Que Gran historia, y efectivamente se da uno cuenta que la soledad en momentos la pasa la factura a las personas.

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    1. Es verdad, Jorge. La soledad mata.
      Muchísimas gracias por tus palabras.
      Besos apretados.

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