viernes, 4 de septiembre de 2020

SÍNDROME OTOÑAL


Mi móvil funcionaba a la perfección hasta que empezaron los problemas. En medio de una conversación, de repente, se distorsionaban las palabras como si habláramos bajo el agua. Noté la mano húmeda. Parecía que la pantalla tenía alguna filtración y aquel líquido cristalino no dejaba de manar. Además, desprendía un olor que recordaba a la tierra mojada de lluvia. Pero cuando afloró un lago rodeado de otoño, habitado por un señor que me suplicaba que hablara bajito porque le espantaba la pesca, me asusté y lo lancé contra el sofá.
Llamé al servicio técnico. Me dijeron que lo que le ocurría era irreversible. Lo inundaba la nostalgia.




Foto de Dmitry Rogozhkin



6 comentarios:

  1. Pero qué bonito post. La misma imagen, sobre la vuelta al cole, me pareció estupenda.

    Un abrazo, y que la nostalgia no nos atrape

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    1. Lo más bonito es la cantidad de historias que surgen de una misma imagen.
      Mil gracias, Albada.
      Besos apretados.

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  2. Los móviles hacen de todo, se han vuelto imprescindibles, pero todavía no tienen imaginación, esa la pones tú con este relato.
    Un abrazo, Pilar

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    1. Unas veces más que otras, jajaja.
      Muchísimas gracias por tus palabras, Ángel.
      Besos muy apretados, amigo.

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  3. Respuestas
    1. Jajaja. Es verdad. Ay pobre!
      Muchas gracias por pasar por mi rincón, Margarita!
      Besos apretados.

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