Respiras
y se te llena el pecho
de locura, de una añoranza
irrefrenable que impregna
la noche de tiempo perdido.
Anhelas
el vuelo de sus manos
atravesando la soledad
de tu espalda, el frío
de tu invierno desnudo.
Pero el eco
solo te devuelve silencio.
Muy triste, pero muy bello, con versos en almíbar.
ResponderEliminarUn abrazo
Cómo duele ese silencio...
EliminarMuchas gracias, Albada.
Besos apretados.