Aunque
intento aceptar la realidad, no lo puedo evitar. Soy un nostálgico. Una vez
superada la conmoción inicial, vuelvo a ser el mismo de siempre. Sigo emocionándome
al escuchar un bolero, una bella historia o un poema de amor. Añoro cosas tan
sencillas como el calor del hogar, la emoción de un abrazo sincero y el poder
de una mirada enamorada. También anhelo volver a sentir esas caricias que
estremecen la piel o rozar tus labios bajo la luz de la luna. Pero qué le voy a
hacer si lo echo tanto de menos…
Por
eso, hay momentos en los que me invade la tristeza y la melancolía. Todavía soy
incapaz de recordar lo que ocurrió aquella fatídica noche cuando, tras darnos
aquel apasionado beso, aparecí croando en esta ciénaga.
(Publicado en la web Microcuento.es)
Si una rana puede transformarse en príncipe, nada indica que no pueda darse el proceso contrario, los besos son podetosos.
ResponderEliminarUn sbrazo, Pilar
Son besos de ida y vuelta. Jajaja.
EliminarMuchísimas gracias, Ángel.
Besos apretados.