Hacía mucho tiempo que su corazón se había convertido en una fortaleza inexpugnable. Le habían hecho tanto daño… a pesar del tesón que había puesto para que las relaciones funcionasen. Así que optó por encerrar sus emociones bajo siete llaves.
Prefería actuar con empatía y que la justicia en sus decisiones fuese su único fin, que jamás tuviese que arrepentirse de ellas.
Decidió que la próxima vez actuaría con templanza y no se dejaría llevar por los sentimientos, si no que antepondría la razón.
Unos ojos que latían caricias, junto con unas manos que hablaban a besos, liberaron su corazón.
(Relato publicado la 3ª semana de febrero en https://www.cincopalabras.com/ )
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