domingo, 23 de julio de 2017

SOTTO VOCE


Aquella mañana Julia tuvo que realizar un esfuerzo homérico para salir de la cama. En su cabeza se amontonaba una caterva de problemas para los que no encontraba solución.

El día que consiguió la plaza como fagot solista en la Orquesta Nacional de España, su alegría inicial se tornó tristeza en cuanto puso el primer pie en los ensayos. Detectó, en los ojos de sus compañeros de instrumento, un chisporroteo de envidia que la asustó.

Desde que les demostró ser algo más que un bello ornamento en un cuadro de Morandi, su vida se ha convertido en una verdadera odisea.


(Relato publicado la 3ª semana de julio en
 https://www.cincopalabras.com/ )




2 comentarios:

  1. Bonita odisea, sin duda...
    Un abrazo.

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    1. Ay, pobre. Cuando una mujer destaca, a veces no es valorada por los demás.
      Muchas gracias, Rafael.
      Besos.

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