jueves, 21 de febrero de 2019

AL ANOCHECER


Despierto conmocionada por el golpe. Alguien me ha empujado desde lo alto de la escalera de caracol. Alzo la mirada, pero no consigo ver a nadie, solo la sombra de la ventana que el sol proyecta sobre la pared. Cuando recobro la compostura, reinicio el ascenso con mucho esfuerzo, pero de manera silenciosa. Toda precaución es poca. No sé quién está al acecho. Mi respiración agitada impide que escuche la suya con nitidez, pero sé que está ahí. 

Llego arriba sin que descubra mi presencia. Agazapada en el rincón espero a que anochezca. Planeo mi venganza mientras me balanceo en mi telaraña. 



Fotografía: Anne Nobels.

4 comentarios:

  1. Como te he dicho anteriormente, el final es excelente, me ha gustado mucho!!
    Besicos muchos.

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    1. Cómo me alegro de que te haya gustado, Nani.
      ¡Muchísimas gracias!
      Besos muy apretados.

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  2. Las arañas también tienen su corazoncito. Luego vienen los deseos de venganza. Y son venenosas
    Buen relato, Pilar.
    Un abrazo

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    1. Ellas no tienen prisa, les sobra tiempo para tejer su venganza.
      ¡Muchas gracias, Ángel!
      Besos muy apretados, amigo.

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