lunes, 22 de junio de 2020

PANDEMIA

   

         Sé que me encuentro metido en un problema muy gordo y desconozco la solución. Esto me pasa por ser demasiado impulsivo, pero alguien tenía que tomar las riendas ante la gravedad del momento. No tengo ni idea de ciencias ni de cálculo de probabilidades, pero para ellos eso es lo de menos. Tan solo desean creer que todo va a salir bien. Necesitan alimentar su esperanza, aunque sea con palabras vacías y falsas. Eso es algo que se me da bien. Mi profesión es la de actor y puedo adoptar cualquier papel. El de especialista en situaciones de crisis me sale a la perfección. Tras escuchar mis argumentos, parecen convencidos y la calma vuelve al refugio, pero sé que no será eterna. Pasan los días y los ánimos decaen de nuevo. Llevamos demasiado tiempo encerrados. La comida empieza a escasear y eso nos pone muy nerviosos. Desde que perdimos el contacto con el exterior, la incertidumbre va minando nuestra confianza. Todos intuimos que eso no augura nada bueno. No sé hasta cuándo podremos soportar esta situación sin que se desate la locura. La convivencia cada vez resulta más difícil, pero hemos de aguantar. Les digo que no se preocupen, que el final de nuestro confinamiento se acerca.

            El plazo se agota y todos me miran con recelo. Por las noches, finjo que duermo tranquilo. Intento disipar las dudas que empiezan a aflorar sobre mis cálculos. Mientras, por si acaso, permanezco alerta con un cuchillo bajo la almohada.


Relato publicado en la Antología de Minificciones BREVIRUS

de la Revista BREVILLA @RevistaBrevilla


Portada: @SergioAstorga4






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