Aflora tras la tormenta
un mundo triste, un cielo de mar
con piel de lodo, unas almas necias
de pobreza cruel, un viejo alado
de aspecto maltrecho.
Entre alambradas de miedo,
lo aíslan.
Ante miradas de curiosidad,
lo exhiben.
Deviene con el tiempo
un cuerpo que cicatriza, unas alas de sal
con plumas de arena, un alma ávida
de libertad, una mujer cansada
de un destino incierto.
Lo cotidiano es invisible y
se
levanta
sin ayuda, por todos olvidado.
Extiende sus
enormes alas
con sueños de viento, y se
aleja
hacia
un mar de cielo.
Es muy bonito Pilar. Suerte.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Muchísimas gracias, Nani!
EliminarBesos apretados.
Hermosa composición, Pilar. A mí me ha parecido apreciar estos tiempos extraños que vivimos. Mucha suerte y un abrazo
ResponderEliminarMe he inspirado en un cuento de García Márquez. Si no lo has leído, te lo recomiendo. Es genial. Aunque de lo que habla sigue sucediendo en la actualidad.
EliminarMil gracias por tus palabras, Ángel.
Besos muy apretados, amigo.