Contigo, fui otoño,
desnudo viento,
arremolinando
silencios marchitos
en tus brazos ausencia.
Y en mis ojos, diluvian
palabras yermas al borde
de tus labios abismo.
Y en mi pecho, ululan
susurros sin alas,
latidos sin eco.
Sin ti,
no existe cobijo
ni cielo.
Qué triste es sentirse sola. No estar sola. Pero son rachas, etapas, aprendizajes...
ResponderEliminarUn abrazo
Es verdad.
EliminarMuchas gracias, Albada.
Besos apretados.