Me
despertó una leve brisa fresca que acariciaba mi cara. Al principio, creí que
aquella sensación tan placentera era solo un sueño, pero enseguida supe que me
equivocaba. Seguía acompañándome ese tenue ruido, continuo y persistente, que
no pude identificar. Mi curiosidad fue en aumento e hizo que me levantase de un
salto dispuesto a descubrir su procedencia. Subí las persianas hasta arriba, dejando
que la luz venciera a la oscuridad. Intrigado, miré a mi alrededor intentando
localizar el origen de aquel extraño susurro. Comprobé que la ventana estaba
bien cerrada. Aquello incrementó mi nerviosismo. Confirmaba que lo que lo
producía se encontraba allí, conmigo dentro.
Al
pasar junto a la cama, advertí en tu cara aquella mueca desesperada. Descubrí
horrorizado lo que provocaba tu dolor. Me abalancé sobre tu cuerpo para taponarlo,
en un intento de evitar que, a través de aquel diminuto agujero, se te
desinflase la vida.
Ay, esas muñecas hinchables, pueden dar malso ratos :-)
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Si es que ya no las fabrican como antes... 🤣🤣🤣
EliminarMuchísimas gracias, Albada.
Besos apretados.