Desde
que mi mujer me abandonó y opté por la inteligencia artificial de Rumba,
un robot de limpieza, mi vida es un auténtico infierno. Se ha adueñado de la casa
y, poco a poco, ha ocupado su lugar. Al principio, llevaba a cabo sus tareas de
una manera eficaz y silenciosa. Mantenía el piso ordenado e impoluto mientras yo
estaba trabajando, pero ahora, ha sufrido una gran transformación. Ha modificado
tanto su comportamiento que me está volviendo loco.
Espera
impaciente mi regreso junto a la puerta y gira sobre sí misma con las luces
encendidas, demostrando lo mucho que se alegra de verme. Me acompaña allá donde
voy para que no me sienta solo. Al pasar, roza mis pies con cariño y emite un leve
ronroneo. Le encanta que veamos juntos la televisión y que le cuente cómo me ha
ido el día. Aunque lo que más me agobia es saber que cada noche vigila mi sueño.
Cuando intento desconectarla, me mira con tanta ternura que soy incapaz de
hacerlo.
He
de encontrar la manera de decirle que nuestra relación ha terminado sin ofenderla.
Para recuperar el control necesito sustituirla por la autosuficiente Kunga,
que, además de aspirar, friega.
😂🤣😂🤣😂Muy bueno
ResponderEliminarMe gusta hacerte reír. Muchísimas gracias, Marí. Besos.
EliminarPrecioso Pilar, en mi Soledad el robot no me acompaña porque no tengo, pero si la televisión..Felicidades👏🍀
ResponderEliminarPerdona soy Regina,es que esto no lo entiendo y me sale anónimo. Buenas noches ⭐🍀
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Regina. Besos.
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